Muchas fusiones de empresas fracasan, más de lo que debería ser lógico. Porque al fin y al cabo ese tipo de operaciones corporativas están muy bien estudiadas, y sin embargo lo que funciona sobre el papel no acaba de funcionar en la práctica lo que da lugar a que muchas fusiones de empresas fracasen. Las operaciones corporativas no suelen ser muy habituales entre las Pymes, sin embargo muchas de ellas podrían sobrevivir e incluso ser líderes en su sector si afrontaran operaciones de adquisición o fusión para ganar mayor tamaño. Lo que se traduce en acceso a financiación, reducción de costes por economías de escala, aumento de cuota de mercado, obtención de sinergias, etc.
Al final una Pyme tiene pocas opciones si quiere sobrevivir a largo plazo: crecer, fusionar, o vender. En un mundo tan competitivo como el actual ganar tamaño es fundamental. Y para ello la fusión es una opción sofisticada pero no por ello imposible. De hecho hay dos variedades:
- Por absorción: en la que la grande se come a la pequeña, por decirlo de una forma sencilla. Es el caso más habitual para ganar cuota en el mercado absorbiendo a un rival, o para entrar en nuevos mercados al absorber a empresas líderes.
- Por creación de una nueva compañía: para el caso de fusiones de empresas de tamaño similar. En la cual las dos desaparecen dando lugar a una nueva.
El motivo del fracaso de muchas operaciones de fusión empresarial, es la obsesión por la reducción de costes. Se plantea la operación como una vía rápida de ahorrar costes al reducir duplicidades o mejorar la eficacia. Y no como una forma de crecer en ingresos y cuota de mercado, que es el verdadero problema cuando una empresa coge cierto tamaño. Es decir que se plantea la fusión sin tener en cuenta la parte alta de la cuenta de resultados. Incluso muchas operaciones se plantean para acceder a incentivos fiscales o compensar bases imponibles negativas. Al final la operación de fusión permite realizar un gran maquillaje del balance de la sociedad resultante. Lo que la dará acceso a mayores y mejores fuentes de financiación, pero eso no supone por sí solo una ventaja competitiva sostenible en el tiempo.
El problema del factor humano en las fusiones
Como decía antes las fusiones de empresas funcionan siempre sobre el papel pero raras veces en la práctica, y el motivo es que el factor humano es algo impredecible. Por muchos estudios legales, financieros, o económicos que se hagan la parte humana es difícil de medir y de prever. De todas formas los efectos humanos tras la operación dependerán mucho del tipo de fusión:
- Por absorción: dado que la que absorbe se impone a la absorbida no hay demasiados problemas, digamos que el equipo humano se integra por sumisión.
- Por creación de una nueva compañía: aquí es donde surgen los problemas, porque no puede haber una lucha entre iguales. Siempre habrá alguien que imponga su cultura o su equipo humano al otro. No puede haber dos líderes, porque acabarán peleándose como dos gallos en un mismo corral, y cuanto menos claro sea quién manda menores serán los beneficios de la fusión.
Al final el problema está en que son las personas las que mueven a las empresas, y en el caso de una fusión sobre el papel se puede identificar claramente cuáles son las ventajas de la operación. Pero en la práctica son las personas la que las hacen posibles. Y no es fácil saber qué personas son claves en cada una de las empresas. Y está claro que cuando hay fusiones de empresas hay que prescindir de personal. ¿Pero de quién?. Quizás lo mejor sería hacer una lista de empleados claves en cada compañía para que se mantengan en la nueva estructura. Pero, ¿se obtendrán los mismos resultados cuando se integren con otras personas diferentes?. Sin duda en el factor humano está la verdadera causa del por qué tantas fusiones de empresas fracasan.
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